sábado, 24 de mayo de 2008

A la deriva

Hace muy pocos días criticaba, desde este mismo lugar, la actuación que estaban teniendo tanto Rajoy, como Esperanza Aguirre en la resaca electoral y que muy poco bien estaba haciendo al Partido Popular. La tempestad dio paso a la calma y los ánimos se apaciguaron. Pero cuando todo parecía indicar que el tránsito hasta el Congreso de Junio iba a ser llano, estallaba una nueva bomba en las manos de Rajoy: María San Gil, presidenta del PP vasco y referente moral para una gran parte de la derecha española, anunciaba que dejaba la elaboración de la ponencia que se leería en el citado Congreso. Las diferencias de criterio marcaron esta decisión, que no habría pasado de desagradable anécdota si no hubiera sido por los hechos que han ocurrido en días posteriores.

El cambio de rumbo de Rajoy y el giro hacia ninguna parte que está intentando dar el partido, agreden directamente a la situación de muchos militantes y dirigentes que tanto en Cataluña como en el Pais Vasco se juegan la vida todos los días por defender la libertad y la nación española. Las declaraciones de Rajoy alentando el acercamiento hacia posiciones "más cercanas a los nacionalistas" suponen una traición a los más de 10 millones de votantes que depositamos su confianza en él, como antídoto al veneno que Rodríguez Zapatero estaba inyectando a España.

Ese nuevo estilo que dice buscar para el PP, es precisamente el que la izquierda y sus satélites mediáticos quieren que aparezca. Un PP subordinado, rendido, haciendo oposición sin oposición y con todos los complejos históricos a flor de piel para que ya nadie pueda decir que no son "el centro reformista". "Demócratas" de siempre como Fraga o perderores empedernidos como Ñuñez Feijoo son el aval del nuevo Mariano. La guinda a este indigesto pastel la pone, como no, Ruiz Gallardón; el que se iba, pero que no se ha ido, el que había perdido cuando no era él el candidato; pero el que ha ganado cuando su partido es el que ahora sí está perdiendo.

Como ya todos sabréis María San Gil ha decidido dejar la presidencia del partido en el País Vasco. San Gil es coherente con sus principios y valores, ha visto morir a compañeros por defender las ideas que ella misma ha defendido siempre y siente que la memoria de esa y otras muchas víctimas no será cubierta como se merece bajo las siglas del nuevo PP. La renuncia pública de otro afiliado como José Antonio Ortega Lara hace que se traspase la raya que separa un comportamiento erróneo de un comportamiento de traición. Una persona que ha sido objeto de la privación de su libertad durante más de 500 días y que en su vuelta a la vida pública se pone al servicio del partido merece el mayor de los respetos por parte de toda la sociedad y en especial de los dirigentes del PP.

Puede que Gallardón y los giros hacia el centro de la nada, le reporten unos cuantos votos más al PP, pero sin duda, serán muchos menos de los que le va a quitar. Señor Rajoy, somos muchos los que votamos al Partido Popular en las últimas elecciones porque pensábamos que defendía la idea de España, estaba a favor de las libertades individuales y no cedería a los chantajes nacionalistas. Si hubiéramos querido lo contrario habríamos votado al PSOE. Le exigimos que cumpla con sus compromisos; y si no lo va a hacer, váyase. En su hundimiento no nos arrastre a los demás.


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